Dante II. Leyendas

 

DanteSignorelliOrvieto

 

Este segundo capítulo de la biografía y la historia de Dante fue publicado en la revista, dedicada al público femenino, El Correo de la Moda, el 8 de julio de 1860; con él su auto,r Cayetano Vidal, ilustra a las lectoras de las revista sobre la vida y la obra de autores clásicos.

Se respeta la ortografía original y se ilustra con imágenes que no aparecían en el artículo original. ya que la revista no llevaba ilustraciones.

Dante II. Leyedas. Por Cayetano Vidal

Virgilio

Virgilio

DANTE, como todos los génios privilegiados, que han dejado profundamente impresas las huellas de su peregrinación sobre la tierra, ha merecido de la posteridad ese tributo especial; ese simulacro de adoración,  que si en parte desvirtúa la esencia histórica de la vida del hombre que se pretende inmortalizar, indica el grande aprecio y consideración en que lo han tenido sus semejantes, ya que han visto ó han pretendido ver en el circunstancias extraordinarias, maravillosas, podríamos decir, y que bastarian por si solas para distinguirle, no solo del vulgo de las gentes, si que tambien del comun de los que con sus obras ó con su ejemplo ilustran ó guian á la desvalida humanidad. Homero, Virgilio, Tasso, Camoëns, Milton –y no se crea que porque limitemos nuestras citas a los autores de los mas notables poemas, pretendamos que  no las hayan merecido otros tambien- tienen sus leyendas, que rodeando su nombre cual con celestial aureola, hacen que veamos sus colosales figuras al través de una luz maravillosa y sobrenatural, que á nuestro entender personifica completamente la imagen del GENIO.

Verdad es que si dejándonos guiar simplemente por esa falsa luz, quisiéramos conocer y estudiar el carácter y los mas pequeños detalles de la vida de tál ó cuál escritor, lejos de alcanzarlo caeríamos en el estremo opuesto. Mas la sana crítica, depurando la sustancia, y quilatando el valor de esas tradiciones, de esas leyendas, de esas anécdotas, con que la posteridad muchas veces, y otras los mismos contemporáneos han engrandecido la vida de sus héroes favoritos, á la par que sondea hasta los mas recónditos pliegues de su corazon, comprende la influencia que han ejercido sobre la humanidad, toda vez que ha querido ver en ellos algo mas que un hombre, bien asi como ha señalado la intervencion de un poderDanteVigilio_PaolaFrancesco_Ópera sobrenatural, maléfico ó bienhechor, en la realización de esos soberbios monumentos que, hijos de otras edades, desafian indiferentes los rigores del tiempo y la destruccion de las generaciones á pesar de su sencillez, ligereza y aparente debilidad. Nada tiene, pues de estraño que DANTE, el inspirado vate Florentino; el inmortal cantor de Francesca y Beatriz; el fogoso pintor de terrible Hugolino y de la dulcísima Rosa del Empireo, tenga tambien sus leyendas, sus tradiciones, y sus peregrinas anécdotas; ya que para ello se reunian las circunstancias especiales de su vida toda, desde que niño abre un templo de amor en su corazon á la cándida Beatriz, hasta que despues de haber ocupado los mas altos destinos, y sufrido la mas amarga emigración, muere poco menos que abandonado lejos del pátrio hogar; y lo estraño, lo original, lo inspirado y sublime de su obra inimitable.

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Hay mas aún: existen en el corazon y en vida del hombre ciertos misteriosos arcanos, ciertos acontecimientos extraordinarios, que no caben dentro del cuadro de la mas acabada biografía, y que la mayor parte de las veces pintan por si solos un personajes, ó por lo menos completan su figura. La anécdota y la leyenda, si quiera sean imaginadas, llenan casi siempre este vacío. Vamos, pues, á dar á conocer á nuestras lectoras algunas de las mas notables relativas á la vida de Dante, y por ellas se acabará de comprender al poeta cuya biografía tenemos publicada

I

Defendido de las frías brisas de los Alpes por un pequeño montecillo, y bañado sus plantas en la majestuosa corriente del Magra, levantábase risueño y encantador en frente de unos de esos pintorescos valles en que tanto abunda la bellísima Italia, el monasterio de Santa Croce del Corvo, construido en 1176 por el piadoso obispo de Luni.

Dante_MullerLa primavera de 1306 tocaba a su término, y á la hora del crepúsculo de uno de sus mas hermosos días, se dirigia á él con paso lento y mesurado, un hombre que si por su apariencia general demostraba hallarse en los mejores años de su vida, las profundas arrugas que cubria su semblante, hacian creer tocaba la ancianidad. Su decaido espíritu se reanimaba con la aproximación al monasterio, y las lágrimas que coco antes, como involuntariamente desprendidas, rodaban perezosas por sus enjutas mejillas, evaporándose absorvidas por el suave ambiente de la tarde, que al acariciar la ensortijada y negra cabellera del triste peregrino, le llevaba confundidos los cercanos sones de una campana, con todos esos vagos rumores que se escapan de la naturaleza al despedirse de la luz del sol. –<Ingrata, ingrata patria>- decia de vez en cuando, y cual si estas palabras trajeran á su memoria un mundo de grandezas perdidas y dolores pasados, y un porvenir de incertidumbre y amargura, cubria de nuevo su semblante mortal palidez, y precipitaba el paso para llegar cuanto antes a la casa del Señor, cuyo címbalo tan elocuentemente llamaba á la oracion.

 — Qué buscais, hermano?—le dijo el venerable Hilario, prior de la comunidad, no bien vencido por el cansancio y la fatiga se dejó caer, mas bien en llegó sobre las gradas del atrio.

— Paz, paz para mi alma dolorida.

–¿Cuyo es, pues, vuestro nombre? – repuso el sacerdote, imprimiendo un ósculo de santo amor en la frente del peregrino.

— Mi nombre!…. Ah, ved en mi al caido Prior de la envilecida Florencia!

— Luego sois…

— Si, Dante, Dante Alhigieri. El que por amor á la patria blandió en Campaldino la espadaOLYMPUS DIGITAL CAMERA del soldado; el que por amor á la patria arrostró en Roma  en Hungría, en Nápoles y en París, las iras y el desprecio de los Monarcas, á los cuales fué enviado; el que por amor á la patria abandonó el partido de sus mayores; el que por amor á patria, en fin, se ve hoy proscrito, errante, condenado á ser quemado vivo si de nuevo pisa los umbrales del pueblo que le vió nacer, y forzado á alentar su miserable existencia, mendigando el amargo pan de la emigración.. Allá, al otro lado de los Alpes, existe una ciudad en la cual las artes y las ciencias tienen abierto un templo; allí se dirigen mis pasos, mas antes de abandonar el suelo de mi querida Italia, quiero dejarle una memoria que mantenga vivo el recuerdo del pobre proscrito.

Así diciendo, y mas calmado de su agudo dolor, sacó de su seno un abultado rollo de blanco pergamino, y entregándoselo al prior dio:

DanteVirgilioPInfBlake— He aquí la primera parte de mi poema: es el Cántico del Infierno. Desde los que delinquen por su indiferencia, hasta los sacrílegos que reniegan de su Dios; desde los que obedeciendo a livianas pasiones olvidan sus deberes, hasta los que movidos por el espíritu de partido, se ensañan contra sus enemigos, todos se hallan en él sufriendo los mas horrorosos suplicios.- Remitidlo á vuestro amigo y el mío Ugucione Della Faggliola, y decidle que lo conserve como recuerdo del que sucumbió por su amor a la libertad.

Dijo, y abrazando al buen sacerdote tomo de nuevo la ruta de los Alpes.

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Quién sabe! Tal vez al recordar mas tarde la placentera escena de Santa Croce del Corvo, y la apacible calma de la naturaleza que entonces le rodeaba, prorrumpia en aquellos sentidos versos que tan profundamente hablan al corazon.

    Era gia l óra volge il disioCerbero

Ai naviganti, e internerisce il core

Lo di che han delto ai dolci amici a dio;

E che lonuovo peregrin d’ amore

Punge, se ode squilla di lontano,

Che paia il giorno pianger che si more

(Purg. VIII 1.2.)

 

Cayetano Vidal

 

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