Este artÃculo  del escritor y periodista Cayetano Vidal fue publicado por la revista madrileña destinada al público femenino «El Correo de la Moda» en su Núm. 339 del año X, de fecha 24 de enero de 1860, se mantiene la ortografÃa original.
Virginia SeguÃ
Memorias de una rosa. Por Cayetano Vidal
En uno de los primeros dÃas del hermoso mes de Mayo, abrà mi corola á la luz. Bañaba la tierra el lánguido reflejo del crepúsculo vespertino. Los pájaros cantaban su postrer himno. Las flores, mis hermanas, embalsamaban el aura del jardÃn.
¡Cuán agena estaba de imaginar lo que era el mundo en aquel entonces!
No en vano me habÃa dotado la madre naturaleza de punzantes espinas para guardarme de la alevosa mano del hombre. ¡Cuán engañosos eran sus asiduos cuidados! ¡Qué mentidas sus caricias!
En una hermosa mañana, cuando gozaba de toda la fuerza de vida, cuando era el orgullo del rosal y la envidia de las demás flores; la destructora mano del jardinero me separó de mi tallo, arrancándome mi primer suspiro.
Entonces empecé á comprender !Entonces también empecé a sufrir!
Bien prestó fui vendida, y de las manos de la ramilletera pasé á las de una coqueta.
¡Qué de halagos y caricias no me tributó hasta colocarme entre sus negros cabellos! Sus admiradores nos colmaban de elogios á ambas á la vez; pero mi triunfo duró lo que dura una ilusión!
Bien pronto cambié de dueño, y de sus hermosas trenzas descendÃa á las manos de uno de sus favorecidos, que me guardo cortos instantes.
En un momento de fastidio fui arrojada, y al otro dia era patrimonio de la doncella de labor.
 De allà fui a parar con promesas de amor, y como sello de ardiente juramento, al dominio de uno de estos hombres sin corazón, que hizo mercer de mà á uno de esos séres tan justamente despreciados por la sociedad.
En sus manos, perdà mi lozanÃa; en sus manos dejé para siempre de brillar. Se ajaron mis hojas; perdieron su belleza; secóse mi tallo. Solo se conservaron agudas y punzantes las espinas.
Entonces fui depositada como una rica joya en una linda caja de nacar y marfil.
Allà recibÃa todos los dÃas una mirada de amor y compasión. Solo cuando era ya, como mi dueña, una flor sin olor, sin fragancia, fue cuando se me hizo objeto de los mas tiernos y solÃcitos cuidados. ¡Contrastes de la sociedad!
Pero qué mucho, sin mi vida no fue mas que un contraste.
Destinada como mis felices hermanas á coronar la santa frente de una esposa del Señor, el hado cruel arrebatándome el vello porvenir que me sonreÃa, trocóle por los falsos halagos de la sociedad, y en vez de la frente una virgen, orné las sienes de una meretriz.!
¡Pobres rosas! Al saberlo, debisteis llorar de dolor….
Allà permanecÃ, hasta que cansada de su amor ó desvanecido su capricho, vino á sustituirme un tierno pensamiento ¡Constancia humana!
Entonces se me arrojó al viento con la mayor indiferencia.
Mi aroma volvió al cielo, de donde habÃa bajado, Mis secas hojas esparcidas, se perdieron en un momento por el espacio.
Hé aquà lo que encontré en la tierra!
Hé aquà lo que me dió la sociedad.
. Â . Â . Â . Â . Â . . Â . Â . Â . Â .
Sin duda me preguntareis, amables lectoras, de donde he sacado esta historieta.
En gran apuro me pondrÃais si debiera daros cumplida contestación.
Lo único que puedo deciros, es que la he encontrado en una de las últimas páginas de álbum! Quizá serÃa un sueño; tal vez un recuerdo que se evaporó
Cayetano Vidal
Sutil analogía de la rosa y la mujer frente a la vida.Triste artículo de un autor dotado de gran sensibilidad. Ojalá hubiere glosado también, en positivo, su protagonismo en belleza y fragancia. No todos pueden ofrecerlo.
Un saludo
Pedro Romero
El 17/11/13, «Virginia Seguí Collar Cuaderno de Bitácora»